viernes, 21 de noviembre de 2014

LA CENA


Llevaba un tiempo chateando con ella.
Él era un tipo normal, con un aspecto sencillo, tripa, grande y bonachón. Ella era una frutera con pelo rizado, nervio, gafas y buen escote.

Se conocieron por casualidad en un cine de esos en los que dan películas búlgaras subtituladas. Se intercambiaron direcciones de redes sociales y números de móviles para acompañarse en esos menesteres de dudoso gusto.

Hablaban casi todos los días por escrito. Cuando pasó un tiempo relativo decidieron hablar por teléfono ya que ella tenía dos hijos y le era más sencillo para realizar las tareas obligatorias de madre soltera.

En la primera llamada que se realizaron se cortó el clima de "complicidad" que estaban teniendo cuando una voz de niño decía a lo lejos:
- ¿Quién es mami? ¿es tu novio?
- No hijo, no, es un amigo.
- ¿Pero es tu novio? ¿va a venir a casa a cenar?
- No sé, hijo, ya veremos.
- ¿Cómo es?
- Calla, luego hablamos.

En la segunda llamada la niña mayor quitó el teléfono directamente a la madre:
- Hola, ¿cómo te llamas?
- Alex, un besito
- ¿Vas a venir a cenar a casa?
- No sé, si me invita tu madre iré.
- ¿Cómo eres?
- Soy bueno, simpático...
- No, no, ¿como eres?
- Ah, de aspecto, pues soy alto, fuerte, rubio...
- ya, ya, ya...veremos.
- ¿Has tenido sexo con mi madre?
- uhmmmmmmm, no.
(y la niña se retiró  del teléfono de manera súbita)

El hombre comentó con la frutera que esa escena le resultaba curiosa. No estaba acostumbrado a esos interrogatorios hechos por niños. Ella les excusó diciendo que eran "cosas de niños".

Cuatro semanas después el fue invitado a cenar a casa de ese dama. Saludó con aprecio a los dos niños que se iban a casa de su padre a pasar el finde. Ellos miraban con gesto serio, como desencantados.

Se dispuso a dejar el abrigo en un sofá cuando, de repente, se escuchó un golpe seco propiciado por un bate de béisbol que impactó sobre la nuca del tipo.
Tiempo indeterminado después se despertó y pudo ver como estaba atado a una camilla de bisturí, desangrándose, y sin ninguna de las extremidades en su cuerpo. Visualizó un brazo que estaba cocinado en una mesa en un bandeja de plata rodeados de patatas, salsas oscuras y verduras varias.  La madre cubría con papel de aluminio una pierna y la metía en el arcón.
El niño reprochaba a su madre que tardara tanto en quedar con sus amantes, ya que les daba por ir al gimnasio, hacer dieta y ponerse en forma para satisfacerla al quedar con ella, perdían tripa y eso era lo que sabía más rico. La madre afirmaba con gesto de resignación.
La hija mayor se acercó otra vez a él con un bate lleno de sangre...

Oscuridad.

2 comentarios:

Eme dijo...

AAA!!! perdón... me dio por gritar. Muy ocurrente, me gustó.
Saludos!

CARLOS DEL B. IGLESIAS dijo...

Gracias MC, abrazos