domingo, 8 de octubre de 2017

QUIEN NO ARRIESGA ...

       Soy de naturaleza comodona.

No puedo estar orgulloso de mi capacidad de aventura. Soy de los que admiran al valiente y se ponen en la piel del protagonista del libro cuando emprende empresas que parecen locuras pero que al final tienen fortuna. Sonrío de medio lado y me extrapolo a su universo. Pero siempre he sido muy conservador en cuanto a actos. Puede ser que no creyera en mí.

Estoy en una mala edad. A las puertas de los 43 tengo pocas certezas y muchas dudas.

Admiro - falsamente - a los que tienen las cosas claras, a los que les vale ese plato de lentejas seguro sacrificando su potencial y prefieren quedarse con la duda y tienen la certeza de que nunca les faltará alimento ( hasta que llegue un ERE, un desahucio o un inversor extranjero que renueve peones o localidades de implantación de la marca ).
En las relaciones igual. Hay tanta gente que no puede estar sola que van empalmando una pareja con otra sin un mínimo de criterio. Luego se lamentan y sus lágrimas se confunden con los ríos, porque suelen ser llorones y pesados. También hay los que son afortunados y siempre aciertan con sus elecciones. Sí, es probabilidad. También hoy tengo cierta probabilidad de que Alba Carrillo me escriba un mensaje al Whatsapp.

Hay momentos en los que hay que elegir entre ser uno más o ser uno. No es menospreciar a los otros, es valorarse por encima de lo que el destino parece empeñado en ofrecerte.

Si tienes inquietudes creativas es un pecado ignorarlas. El mundo solo mejorará si se potencian las artes y las capacidades de cambiar la perspectiva de las cosas. Es hacer más bonito todo. Es salud propia y salud ajena.

No digo que no haya que trabajar en cosas que pagan facturas, que hay que hacerlo por coherencia, porque si no comes difícilmente vas a vivir, y si no vives no creas. Tienes que estar vivo para poder hacer cosas. Lo que no hay que hacer nunca es renunciar a los sueños.

Y por eso he venido a vivir a Madrid. No tengo nada fijo pero quiero saber si lo que tengo en la cabeza me autorrealiza o me pones los pies en el suelo. Quiero cambiar mi gris por el color. Tampoco sé para que valgo de verdad, pero creo que alguna utilidad tendré. Sin gafas, callado y de pie quedo bonito.

No va a ser fácil, nada interesante es sencillo, pero la experiencia vital sé que será enriquecedora y lo que tengo que hacer es no obsesionarme con un fin, lo que tengo que hacer es saborear el proceso. Tengo que ser una esponja que presencie ojiplático la vida de una ciudad que tengo que descubrir si ha sido mitificada por mí o si es realmente lo que necesito para dar un paso adelante y ser lo que creo que puedo llegar a ser.

Llevo siete días y parecen siete semanas, aprendo cada día cosas.
De algo estoy totalmente seguro : nadie iba a venir a mi casa a buscarme, así que la primera victoria es haberme arriesgado.

Hace sol en la calle, también dentro de mí.

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